Javier San Román: el coraje de la razón

El charro es un tipazo. Y un espectáculo desde el banquillo. La escena ha sido épica y recorre el mundo. El técnico de Grecia FC expulsa al árbitro y a su asistente. Al carecer de tarjeta roja, saca su billetera y la blande como espada contra la humanidad de los árbitros ticos que lo llegan a expulsar.
Esta insólita acción evidencia solo una cosa: el hartazgo de quienes amamos el fútbol, de jugadores, y cuerpos técnicos contra una generación arbitral pésima, sin preparación, incoherente y parcializada, quienes aparte de su ineptitud, son cubiertos con un manto de impunidad obscena donde no se les puede cuestionar, castigar o retirar de una actividad para la cual no están preparados.
La acción del mexicano (no es peyorativo como si lo es la forma despectiva como le llaman los árbitros), ha sido valiente. Ecuánime y sabrosa a la vista.
Hasta que al fin alguien decidió no quejarse desde un micrófono y evidenciarlos como bufones vestidos de jueces de línea, secretarios o silbateros centrales.
El fútbol es una industria millonaria. Dinamiza la economía del país de manera directa e indirecta. Entonces, no podemos exigir mejores estadios, mejores canchas, mejores logísticas, nivel superior de jugadores y técnicos, si un factor esencial como el arbitraje lo componen personas con baja o nula escolaridad, impericia comprobada, creadores de una secta sacrosanta intocable por la Federación y sus amigotes.
No esperaba menos de la prensa parcializada de este país compuesta por elementos con características muy similares a los árbitros en su constitución formativa. Se le han ido encima a San Román con críticas y verborrea al ver la acción contra los aliados de su equipo favorito. Temen quizás, que, si retiran a los malos, los trofeos escaseen en Tibás.
Pero, la aprobación popular ante la expulsión de San Román a los árbitros ha sido generosamente aplaudida por la afición costarricense. Los que queremos juegos limpios y justos, aplicación certera de las reglas, veneramos acciones de este Pancho Villa del fútbol, porque sabemos que el cáncer de nuestro fútbol tiene sus raíces en la Federación, Unafut, dirigencia y Comisión de arbitraje, y su club de amigos. Mientras no se limpie allí, jamás levantaremos cabeza.
Que siga San Román en su cruzada dignificadora. Y que, como Emiliano Zapata, dispare tarjetas rojas a los incompetentes y luego pregunte. Grecia debe quedarse en primera y solo acciones como éstas lograrán ese cometido.
Última actualización: 18/11/2023