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Costumbres y Tradiciones

Ricardo Solano |
Costumbres y Tradiciones

Me parece que fue un error preguntarle a un joven de entre 25 y 30 años, si alguna vez había visto a una mujer lavando ropa en un río, o en su defecto, en una batea de madera. Reconozco que esos tiempos pertenecen a nuestros antepasados. Es lo mismo que haber visto como se techaba una galera y más antes, una casa, con la hoja seca de la caña de azúcar.

Es obvio que las nuevas generaciones nunca vieron esa realidad en la que vivían nuestros abuelos. Ahora todo es vía celular, internet, comunicación satelital, lavadoras automáticas, hornos de microondas y más.

Otra realidad que vivió la gente de antes, fue la ausencia de fluido eléctrico. Le contaba a este mismo joven, que en muchas comunidades no había cañería. Ahora hasta clorada nos llega el agua.

¿Qué sucedía en aquella época sin cañería y sin fluido eléctrico?  Las familias construían sus casas cerca de un rio, una quebrada, un yurro, porque el agua es vital para la vida del ser humano. Pero cuando ya se dieron ambos servicios, la gente emigró de los bajos a la carretera, donde la electricidad y el agua, lo mismo que la cazadora o autobús, cambiaron los hábitos de los habitantes de la Costa Rica de ayer.

A manera de anécdota, don Oscar Rodríguez, que en paz descanse, me contó el porqué a San Juan de Sarchí le dicen San Juan del zoncho, que es lo mismo que zopilote. Pues nada, para aquella época, en ese distrito como en muchas otras partes del país, no había ese servicio de agua como lo conocemos hoy día, así que la paja de agua que suministraba el vital líquido a la comunidad, se tomaba de un río que para entonces no estaba contaminado, solo que justo donde estaba la toma de agua, esta era usada por los zopilotes para darse un baño, después de haber devorado el cadáver de algún animal.

Esa era la Costa Rica de antaño, de gente descalza, de plaga de piojos y niguas, del cólera y otras enfermedades mortales para el ser humano. La gente moría muchas veces, sin haber podido recibir la visita de un médico, simplemente porque no existía, ni habían teléfonos para hacer la llamada ante la emergencia, en fin, era otra época, la de nuestros abuelos y bisabuelos.

Me cuentan que no faltaba lo de comer. Para ese entonces, el canje era muy normal. Te doy chayotes y me das plátanos, te doy tacacos y me das requesones, en fin, se canjeaba comida básicamente.

Otra cosa normal de la vida en el campo, era que si al dueño de una finca, se le quebraba una res, rápido se regaba la bola de que se podía ir a recoger carne, porque el animal debía ser sacrificado.

Esta parte de la historia si la viví yo. La carne se repartía entre los habitantes del pueblo de forma gratuita. Era un gesto bonito de una persona a la que un animal más o menos, no le afectaba en nada.

Esto que les cuento, es porque ya yo estoy crecidito y hace muchos años de peinar canas.

En mi trabajo, intercambio ideas y comentarios con ingenieros agrónomos y muchas de las cosas que aquí expongo, son totalmente desconocidas para ellos, como es desconocido para la gente joven, las leyendas de la llorona, el cadejos, el dueño de monte, la zegüa, el padre sin cabeza, la tule vieja y la carreta sin bueyes. Partimos de que era otra época, porque muchas de las cosas que las gentes manejaban como tema de conversación, no pasa de ser mera imaginación, o a lo mejor, la persona que contaba, era muy nerviosa. Todo eso fue desapareciendo con la llegada de las lámparas de mercurio, que ahora iluminan caminos y ciudades.

Esto es parte de lo que quería contarle a las nuevas generaciones. Sé que muchas y muchos van a leer el artículo y bueno, dicho queda.

Recordar es volver a vivir.

Hasta la próxima.

Última actualización: 28/11/2023