Costumbres y Tradiciones.
Tengo el honor y el privilegio de tener con vida a mi maestro de sexto grado y de nombre Álvaro Castro Zamora.
Don Álvaro contrajo matrimonio con Doña Martha Herrera. Todo esto sucedió hace ya bastante tiempo.
Lo escrito hasta aquí es solo como preámbulo para decir que en mi época de escuela, viví experiencias que me dejaron una gran enseñanza, algo que va mas allá de aprender a leer y escribir. Era la época en que en la escuela teníamos una huerta donde cultivábamos diferentes hortalizas. Esto también era algo pedagógico, ya que nos enseñaba a apreciar y valorar lo que produce y como se produce nuestro alimento.
No debo pasar por alto el hecho de que muchas Escuelas no cuentan con ese pedacito de terreno para destinarlo a la huerta, si eso se da, ya no hay nada que hacer.
Lo hasta aquí mencionado, nos da a entender que hay cosas que con el paso del tiempo se van perdiendo. Son costumbres y tradiciones que muchas veces no se ponen en práctica tan solo porque al Maestro o la Maestra, no les gusta ensuciarse las manos.
Son muchas las cosas que niños y niñas viven en la época de Escuela, que va más allá de aprender a sumar, restar o dividir. A manera de ejemplo, les cuento que a nosotros nos llevaban un día determinado y le cantábamos a un árbol, no se me puede olvidar que era un gran higuerón. Es lo mismo que la huerta, ese acto se va a grabar para siempre en la mente del niño o la niña y es enseñanza que se da fuera del aula.
Pero en mi época de Escuela, también nos daban cápsulas de bacalao. Como es normal, siempre aparecía un niño o niña, que por la razón que fuera, no se las podía tragar, entonces el señor director de la Escuela, don Enrique Apú, le pedía que para el día siguiente llevara naranjillas. Cortaban las cápsulas con una tijera y mesclaban el contenido de la cápsula con el jugo de naranjilla y sin duda, aquello era mejor, pura vitamina C.
Otra cosa que nos daban era leche en polvo y una mantequilla que me parece era traída de los Estados Unidos, se la poníamos al pan.
Era otra época, éramos otros niños, con otras costumbres. Hoy en día, se han perdido muchos valores. Al día de hoy, con solo un mal modo del maestro para el alumno, lo hace acreedor a una demanda. Antes no, respetábamos al Maestro o la Maestra, eran costumbres que venían desde el hogar.
Hoy todo es diferente. La tecnología nos facilita el diario vivir, pero el ser humano es cada vez mas insensible. Es difícil creer que una enorme cantidad de jóvenes de ambos sexos, nunca han tenido en sus manos una pala, hacha o machete, menos van a saber cómo se siembra, se cultiva y se produce el alimento que llevan a su boca cada dia..
Que muchachos y muchachas tengan sueños y aspiraciones, es muy bueno, lamentablemente lo malo de hoy es esa vida tan individual que vivimos, ese sistema que nos ha robado, o nos vuelve ciegos ante el dolor ajeno y nos roba esa forma de pensar y de actuar con la que vivíamos en otra época.
Según mi forma de pensar, no debería haber ruptura entre presente y pasado, ya que los únicos ideales que llegan a tener dominio visible en el ser humano y en el mundo, son aquellos que han venido rodando de generación en generación.
Pero como este artículo está bastante adelantado, les quiero contar, siempre en relación a mi época de Escuela, que mis otros Maestros fueron Ana Bolaños, Anselmo Pérez, Agit Acosta y el ya mencionado, mi Maestro de sexto grado, Álvaro Castro Zamora. A todos ellos, algunos ya fallecidos, les guardo el más grande de los agradecimientos. Y como decía un amigo mío, es hora de ir buscando la salida.
Lo escrito en este artículo deja de manifiesto que hay cosas en la formación de niños y niñas, que los van a acompañar toda su vida, que les va a servir a ser mejores personas, mejores ciudadanos. La mente del niño de Escuela es una mente en formación, esa que todo lo capta porque en ellos no hay malicia, no hay maldad ni malos deseos. Educarlos de la mejor, es lo mejor que les puede pasar.
Recordar es volver a vivir.
Hasta la próxima.
Última actualización: 22/12/2025










